miércoles, 4 de abril de 2012

"escena de la calle santa maría en vitacura a cualquier hora del día: es imposible divisar más de cinco personas hacia cualquier dirección. la mayoría de ellas son de tez morena o muy morena, algunos de ellos inmigrantes, todos están vestidos con ropa de trabajos de baja remuneración y prestigio como: obreros de la construcción, jardineros y asesoras del hogar, en el caso de las mujeres. el resto de los transeúntes son niños y niñas de aspecto europeo que vienen saliendo del colegio y cuyos hogares están demasiado cerca como para que sea necesario tomar un auto. por último, una pequeña proporción corresponde a personas que visitan la comuna de manera poco frecuente, por diversas razones, y que permanecen confundidas por la sensación enajenante de esta realidad que parece funcionar perfectamente sobre la base de la más absoluta segregación social. el panorama dentro de la locomoción pública es bastante similar, salvo que en ella se suma un componente nuevo: los estudiantes de clase media que van a los campus universitarios ubicados en la comuna. el resto de los seres humanos existentes se desplazan anónimamente en sus autos. el servicio de transporte funciona a la maravilla debido a la baja demanda." 

espero la c veintidós en el paradero de avenida el palo con santa maría. junto a mí espera  una mujer peruana, que probablemente hace de nana en alguna casa cercana. al rato llega otra mujer, también peruana y también probablemente nana. no se conocen, pero empiezan a conversar  sin problemas sobre lo mucho que tarda en pasar la micro. yo también quiero conversar, pero ninguna de las dos me pesca, así que empiezo a crear ideas sobre las relaciones humanas que supongo que se dan en el  sector, y las observaciones suenan en mi cabeza con una voz ridículamente enciclopédica. 

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