martes, 3 de abril de 2012

si hay algo que desprecio como motor de la existencia humana es el prestigio. sobre todo como se da en la sociedad actual. ese afán de validarse a través de la carrera, a través de la profesión, de la vestimenta, de los productos tecnológicos que eres capaz de comprar, del barrio en el que vives, de los lugares a los que vas a comer, de las rutinas que te inventas.  esa obsesión por cumplir el plan de vida perfecto, por seguirle el juego a las peores estrategias de persuasión publicitaria, como si la existencia fuera un paquete turístico a largo plazo. ¿qué me importa a mi que hayas estudiado en la mejor universidad del país? ¿qué me importa que esta enferma sociedad te considere una persona exitosa? que tu coeficiente intelectual te permita ir a estudiar a harvard no me dice nada de tu calidad como ser humano. me enferma por sobre todo ese prestigio academicista porque lo veo arraigado también en mi, como una contradicción terrible, como un impulso molesto que debo extirpar de mis motivaciones, una y otra vez.

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