lunes, 23 de mayo de 2011


Maldita. Maldita. Maldita. ¿Qué tengo que hacer para que me dejes en paz?, dime, ¿qué tengo que hacer?. Es macabro lo que me haces, lo que me hago. Es macabro. Crearme esta obsesión de nuevo, esta no-correspondencia, este deseo aislado. Dime de dónde sacaste este afán, esta fijación tuya por los príncipes negros, verdes, amarillos.  Y esa utopía amorosa que reniegas constantemente porque te da asco… ¡Te mueres de asco! y sin embargo, la sientes tanto que no puedes dejarla ir… Y ahí está ese beso transitorio  transformándose en platonismo; y por acá un par de horas que se transforman en nostalgia. Nostalgia de nada, absolutamente absurda. Mi patología funcional es invertir horas y horas de sinapsis en la más inútil de las tareas: recordar sabiéndome olvidada. La demencia sutil ocultada por apariencias de niña bien. Porque en mi cabeza tengo una imagen que no es de nadie, pero es tuya. Tengo una imagen que no es de nadie, pero eres tú.

No hay comentarios:

Publicar un comentario