sábado, 31 de marzo de 2012
reírse de todo para que no duela tanto
mi abuela estaba de cumpleaños ese día. mi mamá y mi tía, las hijas menores de la familia, tenían entonces alrededor de 8 y 9 años, respectivamente. mi mamá dice que no recuerda por qué, pero decidieron regalarle un cenicero a mi abuela. "tenía la cara de una negrita que por la boca botaba humo". mi abuela nunca fumaba y cuando vio el regalo lo dejó a un lado,evidentemente molesta. "no me gusta", dijo en tono amargo. mi tía, en señal de protesta, agarró el cenicero y lo lanzó lejos desperdigando trozos de loza por toda la casa. mi abuela la tomó de un brazo y, según mi mamá, "le sacó la chucha". me lo cuenta mientras se ríe a carcajadas. ella y otra de mis tías. esa es la técnica. el tiempo ayuda también en esa tarea: permite crear la distancia humorística frente una autoridad que está ahora completamente atrofiada por la vejez.
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