tengo rabia. una rabia que no es mia. una rabia heredada, que de tanto acumularse se rebalzó. me alcanza. no era mía esa rabia, pero he decidido apropiarme de ella. llevarla como un corsé que determina cada uno de mis deseos. hago mía esta rabia para entenderla. porque creánme que si hubiera podido elegir, no existirían en mi vida las escenas de menosprecio, subestimación, maltrato, las pulsiones invasivas, el sexo paralizante, la masculinidad absorbente, la distancia social, el asco al cuerpo. no existiría nada de eso, y yo podría ser esa mujer, completa en su apariencia, sin desgarros, sin resentimientos, la existencia que tu quieres para mi y que probablemente, me entregaría un poco de esa calma condescendiente que necesito.
pero no puede ser. no puedo ser. pasarán un par de generaciones, por lo menos, antes que yo y mis fantasmas seamos capaces de perdonar la hegemonía de esa masculinidad cegadora. de ese hombre que aniquila, más allá de su intención. que me aniquila, con la ayuda de sus esclavas, desde dentro. he aprendido a instalar dispositivos de autodestrucción en mis entrañas, antes que cualquier cosa. antes que todo.
pero no puede ser. no puedo ser. pasarán un par de generaciones, por lo menos, antes que yo y mis fantasmas seamos capaces de perdonar la hegemonía de esa masculinidad cegadora. de ese hombre que aniquila, más allá de su intención. que me aniquila, con la ayuda de sus esclavas, desde dentro. he aprendido a instalar dispositivos de autodestrucción en mis entrañas, antes que cualquier cosa. antes que todo.
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